Una inquietud que me he planteado siempre es aquella respecto a la enorme responsabilidad de un pueblo que debe elegir cuáles son los bienes que desea proteger y cuáles ha de descartar.
Ello quiere decir que aquellos que elija estarán protegidos por la ley y serán conservados y cuidados en el tiempo. Aquellos que no, estarán destinados a cumplir un ciclo y desaparecer...con ellos, con esos bienes, se irá su historia y su memoria. ¡ Cuánta responsabilidad!.
Cuánta responsabilidad también para el legislador que, interpretando el interés y la decisión de un pueblo debe preparar las leyes para que amparen jurídicamente a esos bienes seleccionados para contar su historia y para perdurar en la memoria presente y futura de la humanidad.
Esa es la tarea constante de todos. De conocer, seleccionar, cuidar, difundir la existencia de un bien y su historia como disfrute del presente y como legado de quienes nos sucedan.
Que los bienes elegidos sean especiales por sí mismos, por el plus que podamos aportarle por ser únicos, determinantes en la historia de una comunidad, una región, un país. Que podamos apropiarnos de ellos para comprender la razón de su existencia.
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